Los museos y exposiciones de arte tienen como prioridad las funciones de coleccionar, preservar, estudiar y exponer obras artísticas, y así ha sido desde hace más de 200 años que se inició durante la ilustración europea, y ha continuado hasta la actualidad. Sin embargo, hay un factor clave que muchos ignoran pero que mejora la presentación de las obras, y esto corresponde al diseño de la iluminación.
El tema del diseño de iluminación en éstos recintos artísticos ha mejorado con el paso de los años, y actualmente cuentan con la iluminación adecuada sin comprometer la experiencia visual y la conservación del arte.
No obstante, esta función de hacer el diseño de iluminación se encuentra entre dos extremos con cierto margen de maniobra, pues hay que trabajar sabiendo que se debe ofrecer calidad en la experiencia visual que busca cada visitante tanto en el ámbito cognitivo como sensorial, y esto no debe comprometer la conservación de los objetos expuestos.
Por tal motivo, a continuación, hablaremos de la importancia que tiene el diseño de iluminación en los museos y exposiciones, la selección de la iluminación adecuada y cómo establecer un diseño de iluminación de calidad, entre otros puntos de interés, para lograr ofrecer una experiencia visual única.
La iluminación en las galerías de arte y museos cumple con múltiples requisitos, cada proyecto es diferente y, por tanto, los encargados de la iluminación deben enfrentar el reto de formar un concepto de iluminación que pueda conservar las obras, que cumpla con los objetivos económicos, las condiciones de organización y las directrices de diseño.
La tarea del diseño de iluminación abarca no solo la sala de exposición, incluye el exterior, las fachadas, los objetos expuestos, el vestíbulo, la cafetería y la tienda para que la visita al museo sea una experiencia completa desde que el visitante entra hasta que se sale.
La importancia de este diseño de iluminación recae en el hecho de que éste puede presentarse de formas infinitas, que van a condicionar el resultado final de lo que vamos a contemplar de una obra. Puede favorecer o crear el efecto opuesto, pues como dice la frase del artista francés Marcel Duchamp, «realmente no son los pintores los que hacen los cuadros, sino los espectadores.»
Este punto es clave, pues de la selección de una buena fuente de iluminación dependerá la percepción que tengan los espectadores. La iluminación a utilizar puede ser medida, dirigida, degradada o polarizada, dependiendo de la finalidad y el efecto que se quiera conseguir según el entorno.
La selección debe tener en consideración que, si bien la iluminación hace visible las obras, también puede causarles daños irreversibles. Esto lo demostraron los científicos Abney y Russell hace más de un siglo, quienes demostraron que la luz, sea natural o artificial, tiene la capacidad de alterar el estado de las obras que están soportadas o constituidas parcial o totalmente por materiales orgánicos.
La iluminación adecuada corresponde a lámparas de espectro de emisión por debajo de los 760 nm (infrarroja) y por encima de 400 nm (ultravioleta), se deben usar niveles de iluminación referencia acorde a los materiales que contenga la obra, determinados por la iluminancia específica (cantidad de energía luminosa que recibe la obra), que es expresado en lux.
El lux es un parámetro que permite establecer de forma directamente proporcional el flujo de luz emitido por la fuente hacia el objeto, y de manera inversamente proporcional el área que éste ocupa. Algunos estudios científicos establecen los limites descritos a continuación:
Ahora bien, en función de lo anterior, se habla entonces de selección de iluminación natural o artificial, que a su vez pueden utilizarse de distintas formas:
Ha sido la más usada en los museos a lo largo de los años. Brinda buenos resultados porque, además de su amplio espectro cromático, da sensación de espacialidad. Es una apuesta económica y crea un escenario de luz suave para las obras.
No obstante, para evitar usarla indiscriminadamente y de forma no apropiada, se debe tener en cuenta que la luz diurna es un componente muy dinámico que rápidamente varia su intensidad, orientación y otros elementos. Para trabajar con ella se debe disipar y que no incida directamente en las obras, se debe trabajar de manera acoplada con la infraestructura y el diseño de interiores.
Debido a lo anterior, se recomienda trabajarla de forma combinada con fuentes artificiales. Adicionalmente, se debe filtrar para eliminar la radiación infrarroja y la ultravioleta que causa daños químicos y térmicos a las obras. En algunos casos es necesario el uso de pantallas o persianas para su control.
La luz natural se puede introducir en el ambiente de un museo o exposición de distintas formas, aquí te mencionamos tres:
las principales formas de aplicarla son a través de las fuentes difusas y las puntuales, pero también se incluyen los iluminadores de fibra óptica:
La calidad de la iluminación en un museo o exposición de arte no puede evaluarse únicamente basándose en un modelo teórico de las funciones de la iluminación, más bien debe ligarse la iluminación con el manejo del espacio y lo que se quiere lograr con las obras. Una iluminación de calidad tiene que permitir escenificar el arte de forma expresiva, lograr una distribución luminosa precisa y una experiencia artística intensa. Además, debe ser rentable a largo plazo.
Para lograr una iluminación de calidad, los proyectistas de iluminación deben plantearse tres preguntas en base a los ámbitos funcionales que se necesitan:
La calidad del diseño de iluminación, además, abarca la presentación de la infraestructura eléctrica, cableado y cuadros eléctricos, ya que esto influye en la conservación y la exposición de las obras. Los sistemas de iluminación deben ser flexibles, de forma que puedan adaptarse a cualquier cambio o necesidades de las obras y el espacio.
Adicionalmente, existen instrumentos para evaluar la cantidad y calidad de la iluminación en la sala, estos son:
Asimismo, existen parámetros que definen la calidad de la luz en un espacio, como la temperatura del color, índice de reproducción cromática y el deslumbramiento que se fundamenta en la reflexión y el contraste:
La conservación de una obra depende de varios factores, principalmente de la luz, por ello a continuación detallamos los relacionados con ella e indicados por el Ingeniero Alexis Álvarez Rodríguez, de la facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Santo Domingo:
La iluminación seleccionada, sea natural o artificial, debe ser la adecuada para evitar que desencadene reacciones químicas que puedan llegar a modificar de manera permanente las propiedades físicas de los materiales que constituyen la obra. Además, no debe crear condiciones ambientales poco favorables para conservarlas.
Debido a la energía que emite la luz, provoca dos efectos que causan deterioro, el efecto fotoquímico y el efecto térmico. Esto se debe a que la luz está compuesta por radiación electromagnética que va acompañada de otras radiaciones no visibles. Cuando son superiores a los 760 nm de longitud de onda (infrarrojo) estas causan reacciones físicas y químicas (efecto térmico).
Por otro lado, radiaciones con longitudes de onda menores a los 400 nm (ultravioleta) pueden causar reacciones químicas en los materiales más inestables como pigmentos y sustancias de origen orgánico (efecto fotoquímico). Lo ideal es mantener una iluminación entre los 760 nm y 400 nm y adecuar la intensidad o el tipo de luz de acuerdo al tipo de material de la obra y los límites de iluminancia (lux) recomendados.
Las obras van a tener criterios de iluminación distintos dependiendo de si van a ubicarse en galerías (durante tiempo limitado) o en un museo (permanente). El efecto de degradación en una obra es igual al producto del nivel de iluminación sobre la obra por el tiempo de exposición al que es sometida.
Por ende, una obra que es iluminada por 100 lux durante 2.000 horas se degradara igual que una iluminada durante 4.000 horas por 50 lux. En base a esto, el expositor tiene que jugar con los niveles de iluminación, puede incrementarlo en ocasiones, pero deberá compensarlo disminuyendo el tiempo de exposición o rotando las obras expuestas.
Como en el punto anterior, también existen límites acumulativos máximos recomendados y aceptados para reducir el daño a las obras y a su vez mantenerla en condiciones adecuadas de visibilidad.
Límites | Materiales | Nivel de sensibilidad |
50.000 lux-h/año | Acuarelas, telas, pigmentos con origen animal o vegetal, grabados en color, dibujos, fotografías en color, pergaminos, papel. | Alto |
600.000 lux-h/año | Oleos, temperas, hueso, marfil, cuero, fotografías y material de archivo, grabados en blanco y negro, materiales orgánicos no pintados, materiales pintados y lacados, policromías. | Medio |
– | Cerámicas, porcelana, vidrio, piedra, metal, fotos en blanco y negro. | Bajo |
Asociado a las radiaciones infrarrojas y ultravioletas, la más grave es la de onda corta, es decir, la ultravioletas (100-400nm). Esta va a depender de la fuente de luz usada, y este factor puede aplicarse a luz diurna y artificial.
El potencial de deterioro de una fuente de iluminación se expresa a través de este factor, y los asociados con las lámparas aptas para museos y galerías de arte se detallan a continuación:
Tipo de fuente | Factor de deterioro (Fd) | Temperatura (K) |
Sodio blanco | 0,10 | 2.500 |
Lámparas incandescentes | 0,15 | 2.800 |
Halógena (abierta) | 0,20 | 3.000 |
Mastercolour (HM) | 0,20 | 3.000 |
Inducción QL | 0,20 | 3.000 |
Tubos fluorescentes color 84 | 0,21 | 4.000 |
Tubos fluorescentes color 94 | 0,18 | 3.800 |
Tubos fluorescentes color 96 | 0,34 | 6.500 |
Luz Diurna (cristal de 4mm) | 0,68 | – |
Ahora bien, el deterioro de una obra es cuantificable multiplicando los tres parámetros que se han mencionado, la cantidad de iluminancia, el tiempo de exposición y el factor de deterioro, es decir la formula nos quedaría algo como:
Deterioro= ExTxFd
Como se ha venido indicando, los factores anteriores van a depender de los componentes de la obra. Los materiales que se pueden encontrar en ella son: materiales orgánicos, inorgánicos y los que son compuestos o mixtos. El deterioro que estos sufran puede ser de dos tipos, fotoquímicos o térmicos, dependiendo de la fuente luminosa y su composición espectral o la radiación que emita.
Lo máximo permitido que deben tener las fuentes luminosas en los museos en cuanto a composición espectral es de 75 mW/lumen. Por su parte, la luz ultravioleta causa más fácilmente deterioro en materiales orgánicos, haciendo que los textiles teñidos con sustancias colorantes y los colorantes orgánicos de las pinturas pierdan color, mientras que los barnices y aglutinantes se vuelven más oscuros. El papel se vuelve quebradizo y se vuelve amarillento, haciendo que en poco tiempo se pueda llegar a destruir.
Por su parte, la radiación infrarroja causa efectos térmicos, no causa tanto daño como la ultravioleta, pero al combinarse con la humedad del aire suele ocasionar hendiduras por contracción y dilatación en las maderas, alabamientos en las tablas pintadas y contribuye a la proliferación de microorganismos que destruyen las obras. Incluso, hay algunos tipos de vidrio que pueden sufrir agrietamientos en la superficie.
En ambos casos se suelen usar filtros para poder eliminar la radiación dañina para la obra, y así proteger las más sensibles, y en el caso de las infrarrojas (IR), incluso existen otras opciones como las lámparas incandescentes de tungsteno con reflectores dicroicos y el uso de fibra óptica que emite poca radiación IR.
Hasta ahora hemos detallado cómo lograr un buen diseño de iluminación y cómo verificarlo, y es que la iluminación dentro del museo y las exposiciones debe ser de tal forma que se logre un equilibrio entre la luz, el objeto y el observador para que así el proceso visual pueda funcionar correctamente, donde se puedan percibir las máximas posibilidades de la obra al contemplarla.
No basta con lo anteriormente dicho, sino que también se debe conseguir un confort visual con el diseño de iluminación, y para esto hay factores determinantes, como la calidad de la luz, que ya la hemos detallado, el tipo de montaje expositivo, conocer el ambiente donde fue creada la obra, la arquitectura y el espacio:
Por otro lado, está el montaje temporal, que enfoca el objetivo del diseño de iluminación en que sea flexible en cuanto a posicionamiento de los puntos de luz para que así pueda cumplir con dar una buena presentación del espacio escenográfico en función de lo que lo rodea.
Asimismo, es clave conocer bajo qué luz fue creada la obra, que a su vez depende de elementos como la intensidad, la dimensión de las ventanas, la orientación que tomó el artista, la hora del día, la región donde se encontraba. Este punto es tan importante como revivir los verdaderos efectos cromáticos que perseguía el artista.
Por su parte, la escala y la proporción están íntimamente relacionadas con la luz que se tenga en la sala. Diferentes alturas y profundidades en una sala pueden afectar la percepción espacial del espectador. Por ejemplo, si se cuenta con un pequeño espacio con techos altos y la luz es diurna, se verá más grande, pero si por lo contrario, contamos con un espacio grande pero techos bajos y poca luz diurna, el espacio resultará pequeño, es allí cuando entra en juego un buen diseño de iluminación.
Como ves, este tema es extenso, toca muchos puntos y el éxito de un diseño de iluminación dependerá de un trabajo arduo y en colaboración con el museógrafo y el arquitecto, para así lograr la preservación de las obras y crear un ambiente agradable para los espectadores, donde puedan percibir en cada obra todo lo que los artistas quisieron reflejar.
Todo buen proyecto nace de una buena ídea, y crece en base a una buena conversación.
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